Trabajar es uno de los derechos fundamentales del hombre, porque el trabajo brinda al hombre la posibilidad de descubrir su propia naturaleza. El libro del Génesis afirma que «el hombre fue colocado en el jardín de Edén para que lo trabajara y lo contemplara» y también que, «después del pecado, ganará su pan con el sudor de su frente». San Pablo añade: «Si alguien no quiere trabajar, que no coma tampoco ».
El paro masivo se opone a estas incitaciones. Desclasifica al hombre y puede llevarlo a la rebelión. Por eso, en los países ricos de Europa, las economías sociales de mercado han introducido el seguro de paro para que el problema sea más soportable.
El objetivo de esta obra es ir más allá, haciendo que este seguro tenga un papel mucho más positivo para valorizar la capacidad de trabajo de los parados y darles, en tanto que tales, un papel activo en la actividad económica. Para ello, los autores proponen utilizar la dinámica de los mercados de una manera inhabitual. Su método lleva a unProtocole Anti-Chômage, que una valiente acción política podría poner en aplicación con éxito.
El método de los autores puede parecer modesto, pero el alcance del libro no lo es, porque detrás de las intenciones, el auténtico objetivo es decir y repetir que la economía está al servicio del hombre ‑no al servicio de algunos hombres‑, y no el hombre al servicio de la economía dado que, además, es su actor principal.
Robert Lutz es catedrático emérito de la Universidad de Haute-Alsace.
Giles Decock es docente en la misma universidad.
Working is one of the fundamental rights of man, for work represents the opportunity to awaken us to our true nature. The Book of Genesis affirms that "... man was placed in the Garden of Eden to work it and to contemplate it..." and also that ".. after the fall, he will eat his bread with the sweat of his brow..." Saint Paul adds: "If someone does not want to work, nor should he eat."
Massive unemployment goes against these sayings. It downgrades man and can lead to revolt. That is why, in the richer countries of Europe, the social market economies have introduced unemployment insurance, to make the situation supportable.
The objective of this book is to go even further, by having this insurance play a much more positive role that empowers the capacity of the unemployed to work and gives them, as such, an active role in the economic activity. For this, the authors propose using market dynamics in an unusual manner. Their approach leads to an Anti-Unemployment Protocol that a bold political action can implement with pleasure.
The authors' approach may seem modest, but the book's range is not. For behind the intentions displayed herein, the real objective is to say and say again that the economy is at the service of man, not at the service of some men and not man at the service of the economy, because in all honesty man is the main player.
Robert Lutz is Emeritus professor at the Université of Haute-Alsace.
Giles Decock is a lecturer at the same university.
Trabajar es uno de los derechos fundamentales del hombre, porque el trabajo brinda al hombre la posibilidad de descubrir su propia naturaleza. El libro del Génesis afirma que «el hombre fue colocado en el jardín de Edén para que lo trabajara y lo contemplara» y también que, «después del pecado, ganará su pan con el sudor de su frente». San Pablo añade: «Si alguien no quiere trabajar, que no coma tampoco ».
El paro masivo se opone a estas incitaciones. Desclasifica al hombre y puede llevarlo a la rebelión. Por eso, en los países ricos de Europa, las economías sociales de mercado han introducido el seguro de paro para que el problema sea más soportable.
El objetivo de esta obra es ir más allá, haciendo que este seguro tenga un papel mucho más positivo para valorizar la capacidad de trabajo de los parados y darles, en tanto que tales, un papel activo en la actividad económica. Para ello, los autores proponen utilizar la dinámica de los mercados de una manera inhabitual. Su método lleva a unProtocole Anti-Chômage, que una valiente acción política podría poner en aplicación con éxito.
El método de los autores puede parecer modesto, pero el alcance del libro no lo es, porque detrás de las intenciones, el auténtico objetivo es decir y repetir que la economía está al servicio del hombre ‑no al servicio de algunos hombres‑, y no el hombre al servicio de la economía dado que, además, es su actor principal.
Robert Lutz es catedrático emérito de la Universidad de Haute-Alsace.
Giles Decock es docente en la misma universidad.